Biscocho y Papaya en el “Azamara Pursuit”
(Jaime
Barrientos Proboste-Capitán de Alta Mar)
El tenedor que tenía en mi mano derecha con
el cual había pinchado una porción de torta de biscocho y papaya, no alcanzó a
llegar a mi boca porque tuve que responder a la pregunta que alguien me hizo en
ese preciso momento. La señora que ya pasaba los 80 años de edad y que a su vez
había servido su plato extendido con algunos bocados de comida china muy bien
elaborados y presentados, cuando se acercó a la mesa donde yo estaba cenando,
me dijo con una sonrisa en sus labios y su cara color de rosa pálida:
-
¿ha
comenzado usted a cenar comiendo el postre primero?
Yo también sonreí y le respondí que no,
diciéndole:
-
Es
que ya comí lo salado y ahora estoy disfrutando este trozo de torta, pues me
encantan aquellas de biscocho.
A continuación agregué, como intentando que
comprendiese mejor el hecho a esa hora de la tarde, pero temprano todavía para
cenar:
-
Es
que yo soy uno de los Prácticos de Canales que está a bordo para hacer nuestro
trabajo de navegación dentro de la zona del mar interior de nuestro país. Vine
a comer porque debo trabajar esta noche, dentro de pocas horas. Dormiré un
breve rato y luego iré al Puente de Gobierno.
-
Ella,
entonces me preguntó: ¿es usted chileno, dónde vive?
-
Sí,
lo soy y vivo en Viña del Mar, Valparaíso.
Mientras ella trataba de ubicar en su memoria
el lugar que le dije, me adelanté y le señalé que es una región ubicada a 120
kilómetros hacia el oeste de Santiago, la capital del país.
-
Ah,
me respondió y se alejó sonriendo otra vez…
Gastón, mi colega de trabajo y yo nos embarcamos
en el “Azamara Pursuit”, allá bien al sur de la región austral del cono sur de
Sudamérica; en el puerto argentino de Ushuaia, aquel que se encuentra en la
mitad oriental de la Isla Grande de Tierra del Fuego y en la ribera norte del
Canal Beagle. Luego de pasar por el puesto de control de la nave ubicado en el
muelle, cerca del portalón o escala real, subimos a la nave con nuestro
equipaje y llegamos al siguiente lugar de control de paso hacia el interior del
buque. Pasamos por el dispositivo de control de metales mientras un hombre
joven de rasgos orientales nos guiaba al mesón de recepción. Allí se nos
entregó la tarjeta con cinta magnética de acceso a nuestras habitaciones y a continuación nos dirigimos a las cabinas
asignadas. Luego, fuimos al Puente de Gobierno donde nos recibió el oficial de
guardia y esperamos allí al Capitán de la nave, a quien ya se le había
informado de nuestra llegada. Al poco rato aparecieron dos hombres amables que
nos saludaron estrechando su mano con las nuestras. El primero de origen de la
Gran Bretaña; de la Isla de Hombre, y al mando de la nave, acompañado del
oficial que lo secundaba en el mando de origen helénico, de la tierra de los
grandes filósofos de la historia universal.
Llegamos temprano a bordo, considerando que
la nave zarparía recién a una hora cercana a la medianoche, lo cual difería de
lo que se nos había informado al momento de conocer que pilotearíamos esa nave.
Práctico de Canales Gastón Massa y Oficiales
del “Azamara Pursuit”
En todo caso el asunto no tenía ninguna
trascendencia en la realización del trabajo para el cual habíamos sido
convocados.
A esa hora del día, que no era muy temprano pues
restaban menos de dos horas para que el sol estuviese en el cenit del lugar, o
sea, casi justo en la posición sobre nuestras cabezas, el momento de almorzar
era el siguiente paso a seguir.
Tuvimos más de doce horas para acomodarnos y
recorrer la nave y también para darnos cuenta de donde se encontraban las
dependencias comunes de la misma, aquellas dispuestas para todos los huéspedes donde nosotros también
tendríamos acceso cotidiano durante nuestra estadía de trabajo a bordo.
Glaciar Garibaldi, Cordillera Darwin – Tierra
del Fuego, Chile
El glaciar Garibaldi que se encuentra al
fondo del fiordo del mismo nombre y que se descuelga desde la Cordillera Darwin
por su costado sur, mostraba una de sus mejores caras en un día medianamente
soleado, pero suficiente para matizar con su luz el prístino paisaje compuesto
por elevadas cumbre, bosques de lengas y ñirres los cuales, sumados a la majestuosidad e
inmensidad del hielo acumulado por miles de años, daban una imagen al visitante
difícil de olvidar. Los hielos desprendidos de la masa que habían sido parte de
ella, flotaban por doquier alrededor de la nave que se movía lentamente al paso
de la nave. Cuando llegamos a un punto de distancia prudente al murallón de
hielo, el Capitán reasumió el control de la navegación para gobernar la nave a
su antojo y permitir la observación del paisaje a los pasajeros ubicados en
distintos sectores del buque, tanto desde las cabinas como de otras
dependencias que acomodaban a los pasajeros a bordo.
El agua, en sus diferentes estados en que la
conocemos, siempre ha producido agrado al ser humano. ¿Será porque nuestra
necesidad de ella es tan imperiosa para nuestra existencia? Como sea, existe un
vínculo estrecho entre el hombre como especie, y el vital elemento que sustenta
también la vida de todos los otros seres vivos que se encuentran en el planeta
que habitamos. Ahora, estando frente al glaciar, una parte de nuestra mente y
también en ese lugar de nuestro cerebro en que se nos revela la conciencia de
existencia en este mundo, esa en que se definen nuestros sentimientos, se
expresaba de alguna forma en especial para cada uno de las personas allí, al estar
frente a un paisaje que constituía un espectáculo particular, la imagen de todo
el cuadro frente a nuestros ojos se convertía en una para guardar en la
memoria.
Pasan los días a bordo, dentro de un medio
ambiente natural que caracteriza a la Patagonia de Chile, en el cono sur de
Sudamérica. Las escenas que van sucediéndose una a otra cautivan las miradas y deslumbran
a los visitantes que se han aventurado por esta región del mundo. Es una
oportunidad imperdible para borrar y olvidar aquello que está en la mente y
produce cansancio y pesar. Ahora es momento para limpiar la memoria -en la
medida de lo posible- al igual que se hace con ciertos dispositivos
electrónicos que ya son parte de la vida de las personas.
Mientras la nave avanza en su desplazamiento
hacia el norte, en búsqueda de más sorpresas y satisfacciones que el viaje
promete, hay tiempo disponible en abundancia para compartir la conversación con
todos los que están dispuestos para ello. Así, las parejas de hombres y
mujeres, los pequeños grupos de los mismos y aun los que se han apartado solos
para vivir parte de su vida en un
entorno físico distinto por casi dos semanas, tienen variadas opciones a su
disposición para hacerlo realidad.
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