Strait of Magellan & Chilean Fjords

jueves, 25 de septiembre de 2014

“Latinos de Asia”
(Jaime Barrientos Proboste-Capitán de Alta Mar)

La única vez que estuve en Filipinas en mi condición de marino mercante fue en el mes de Mayo de 1976. En esa ocasión yo era un principiante dentro de los pocos chilenos que escogen o llegan por otras causales de la vida a tripular un buque de la marina comercial chilena.
La motonave “Arica” de propiedad de la Compañía Chilena de Navegación Interoceánica, tenía tráfico comercial regular desde la costa oeste del continente americano hacia el lejano oriente. Esto significaba que dos de sus naves (la otra se llamaba “Andino”) recalaban periódicamente en puertos de Chile, Perú, Ecuador, Méjico, Estados Unidos y Canadá para luego de 15 días de navegación cruzar el Océano Pacífico y arribar a puertos de Japón, Corea del Sur, Hong Kong, Taiwán y Filipinas. Años más tarde, les correspondió al “Atacama” y Arauco” efectuar la misma ruta de comercio internacional.

                                     Capitán Nestor Ubuta – Motonave “Skelt” (Canal Wide)

Manila, ciudad donde se ubica el principal puerto de la tierra de José Rizal –el más destacado y reconocido personaje de ese país asiático que con su pluma fue capaz de liderar actos de orden independentista- me permitió durante 5 días de estadía allí, obtener un pequeño conocimiento de su cultura y amistosa conducta de sus habitantes. Esto último, en la actualidad se ha visto acrecentado por las múltiples ocasiones en que me ha correspondido tripular distintos tipos de buques mercantes –en mi condición de Práctico de Canales- durante los últimos 16 años.

Los marinos mercantes filipinos, con el correr de los años han logrado posicionarse muy bien en el ámbito del transporte marítimo y paso a paso, han ido ocupando plazas de trabajo en compañías navieras que hace 30 años solo empleaban a Oficiales oriundos de sus propios países, vale decir: alemanes, ingleses, noruegos, suecos, etc. Lo usual era que solo los tripulantes (marineros), tenían acceso a ser parte de la dotación empleados en naves de su propiedad. En el pasado, también se opinaba que eran poco competentes en su desempeño a bordo, por lo que se pensaba que estaban destinados a ser siempre marinos mercantes de menor categoría. En esos años, muchos otros navegantes de distintas naciones, se referían despectivamente a ellos llamándoles con un término que pretendía dar cuenta de una condición de sub-humana tratándoles de “philipino monkey”, siendo usual escuchar esa expresión a través de comunicaciones de radio VHF durante salidas o llegadas de las naves en algún puerto del mundo y aún en medio de los océanos del mundo.
Hoy, eso ha cambiado radicalmente. No ha sido fácil para ellos ganarse un sitial dentro del quehacer económico marítimo, pero lo han logrado. Tanto así, que diversos buques mercantes que surcan los mares del mundo y de pertenencia de un variado origen de naciones de sus armadores (dueños),  en el día de hoy están al mando de Capitanes de esa nacionalidad asiática.
Claro, hay que decirlo, ellos tienen un capital de trabajo que abre cerrojos de puertas a veces muy difíciles de cruzar: el idioma inglés. En esto, la contribución de Estados Unidos, se convirtió en el mayor activo cultural y de trabajo que una nación tan lejana a ella -en el aspecto geográfico- les haya brindado nunca.


                      De izquierda a derecha: Primer Oficial, Timonel, Cadete - MN Skelt

Por otro lado, la permanencia por más de 300 años de colonizadores españoles, tras la llegada de don Hernando de Magallanes a sus costas en el siglo XVI, les otorgó también aspectos de orden cultural y religioso que les asemejan a las naciones al este de la cuenca del Pacífico. Hay que decir también, que la lengua española, si bien estuvo muy presente y fue aprendida en las escuelas hasta mediados del siglo XX, hoy solo es un vestigio en la sociedad de esa nación.

                 Camaradería entre filipinos y chilenos (Prácticos de Canales: Huidobro y Barrientos)

Filipinas ha sido, es y será un semillero de marinos mercantes muy apreciado por la industria naviera mundial, ante lo cual ellos se han aplicado cada vez más cautelando así fuentes de trabajo por las cuales compiten gente de otras naciones como: India, Myanmar, Indonesia y otros que desde hace poco tiempo se han ido introducido también en el amplio mundo del transporte por mar: los chinos de la República Popular. Todos ellos, sin excepción, deben nivelarse con los filipinos en lo que se refiere al dominio de la lengua inglesa, lo cual no deja de ser un gran obstáculo para muchos interesados en posicionarse laboralmente en una nave mercante.


domingo, 14 de septiembre de 2014

Designación de Pilotaje
(Jaime Barrientos Proboste - Capitán de Alta Mar)

La tarde del último día de Setiembre de 2013 estaba agradable para trabajar en rutinarias tareas domésticas de desmalezado del patio trasero de mi casa, mis manos enguantadas que sostenían el mango de una pala se detuvieron en su accionar para contestar una llamada telefónica. Al otro lado de la línea, desde la Oficina de Pilotaje de Directemar, la voz de la señora Delia se hizo oír y dijo: “Capitán Barrientos, buenas tardes. Le llamo para decirle que está designado para pilotear la Motonave “Don Frane Bulic” de 24,33 toneladas de registro grueso y de una eslora de 188 metros. La nave zarpará de Valparaíso el día 2 de Octubre a las 10:00 horas y su colega es el Comandante Nelson Gepp. Los demás datos están en su correo electrónico.” Luego de eso, nos despedimos y ella terminó la llamada.
Una vez concluida mi jornada de trabajo removiendo hierbas que crecen y crecen sin que nadie las haya sembrado ni deseado, fui a mi computador y verifiqué lo que se me había comunicado respecto al próximo pilotaje a realizar. Busqué los datos de la nave en el sitio web de “Marine Traffic” y observé que se trataba de una nave “antigua”, de 17 años sirviendo en el transporte marítimo, quien sabe para cuantos armadores y arrendadores (charteadores). Con esa información, era fácil de prever un viaje más largo de lo usual debido al tipo de nave y velocidad a desarrollar según los datos leídos.

Al día siguiente, Nelson me preguntó si me alojaría en el Hotel “Faro Evangelistas” de Punta Arenas, pues estaba coordinando nuestro hospedaje en dicha ciudad una vez terminado el pilotaje por realizar en los días siguientes. Le contesté que me alojaría en otro lugar, agradeciendo su gentileza y preocupación al respecto. También acordamos a quien llamaríamos para que nos trasladase desde nuestros domicilios hacia el “Muelle Prat” de Valparaíso en el inicio de un nuevo viaje de trabajo a la zona sur de nuestro país.
La tarde del día 2 de Octubre ya estaba menos iluminada por el sol cuando llegó a la puerta de mi casa el vehículo de “Oceanic”. Su conductor se bajó, nos saludamos y cargó mi maleta en el baúl de un bien cuidado SM5. Saludé a Nelson –quien ya estaba a bordo del vehículo- y partimos hacia el puerto donde llegamos al cabo de 25 minutos de viaje entre el barrio de Miraflores Alto y el puerto de Valparaíso. Bajamos del lustroso auto y nos dirigimos a la Capitanía de Puerto para firmar el “Libro de Embarco/Desembarco de Prácticos de Canales”. Luego, de despedirnos del cabo de guardia nos aproximamos al embarcadero. El patrón de la lancha ya nos había divisado, porque una vez que el conductor que nos transportó y bajó nuestro equipaje, la embarcación se puso en movimiento para recogernos.
Era una noche fría –lo cual no es usual en Octubre- y el viento reinante era de poca intensidad. Los marineros de la lancha subieron nuestro equipaje a la pequeña embarcación y el patrón comenzó a maniobrar para dejar “la poza”, de manera que poco a poco fuimos navegando al encuentro del buque que ya estaba próximo a llegar a la zona de “transferencia de prácticos”. Un área dentro de la bahía pero fuera de los límites del puerto.
La “escala de práctico” -hecha de cuerdas y peldaños de madera en conformidad a la reglamentación marítima internacional- estaba instalada por la banda de babor del buque granelero, de manera que una vez que la lancha estuvo apegada a su casco y en la posición adecuada para nuestro embarco, nos colgamos de ella subiendo hacia la cubierta principal de la nave. Pocos minutos pasaron y ya estábamos en el “Puente de Gobierno” saludando al Capitán Popovic, al Oficial de guardia y al Timonel. Los croatas nos recibieron amablemente ofreciéndonos una taza de café, al mismo tiempo, Nelson iniciaba una conversación con el Capitán acerca de nuestro trabajo a desarrollar en los días por venir. Mientras tanto, el camarero, de apellido Mihovilovic, un hombre atento y vestido con traje acorde a su función, tomó mi maleta y la llevó al Camarote de Práctico (Pilot Cabin) la cual se ubicaba justo detrás del Puente de Gobierno. Dos cuartos pequeños, con baño privado y debidamente aseados, nos acogerían a Nelson y a mí durante poco más de 5 días de permanencia a bordo. Los espacios de habitabilidad asignados estaban de acuerdo a los requerimientos de carácter sanitario y estado general de habitabilidad que la autoridad marítima chilena ha dispuesto en esta materia y aplicado al uso de los Prácticos. A modo de ilustración en detalle del asunto de los camarotes a ocupar por cada uno de nosotros, cabe hacer el comentario que es tradición efectuar el sorteo de camarote y guardia a realizar por cada uno de nosotros, mediante el acto de lanzar una moneda al aire y escoger “cara o sello”. El que acierta el lado de la moneda al caer al piso o palma de la mano, le corresponde el camarote que se ubica en la cubierta superior, a proa o estribor de un pasillo dentro de los espacios donde se ubica la tripulación de una nave.



                              Camarero Mihovilovic y Práctico De Canales Jaime Barrientos Proboste


Las luces de Valparaíso se divisaban a lo lejos por la aleta de babor (parte posterior izquierda de la nave), cuando Nelson y yo abandonamos el Puente de Gobierno para ir a dormir y esperar el momento de inicio de nuestro trabajo en el acceso occidental del Canal Chacao. Este comenzaría casi dos días después de habernos embarcado, debido a que por razones operativas y comerciales, algunos armadores u operadores de los buques que requieren el servicio de pilotaje, prefieren tomar los Prácticos en puertos que se ubican al norte de la zona de canales. El desmembramiento de nuestra “loca geografía” se inicia -por el norte de nuestro país- en el Canal Chacao y se extiende hasta el Cabo de Hornos como también hasta la Boca Oriental del Estrecho de Magallanes, allí donde los buques se dirigen o provienen del Océano Atlántico.

El Capitán Popovic y cada uno de los tripulantes del buque de propiedad del estado croata, derrochaban amabilidad y buen sentido del humor de modo que el viaje se desarrolló en un ambiente ameno y de camaradería. Varios de ellos eran hombres aficionados a la pesca con anzuelo y arpón, tema que fue recurrente en las conversaciones en el Puente de Gobierno y comedor. Tanta es la pasión por esa actividad, que requirieron a la agencia de naves que les representaba en su tránsito por Chile, que les proveyesen de aparejos de pesca por medio de la lancha que efectuaría nuestro desembarco en la Bahía Posesión, al término de nuestro trabajo. El capitán quería asegurarse de tener el equipo de pesca necesario para enfrentar los casi 30 días que deberían esperar en la rada del puerto de Aratú, Brasil, antes de comenzar la descarga de las bodegas que contenían fertilizantes procedentes del norte de Chile.

                         Capitán Popovic – MV Don Frane Bulic (2do. De izquierda a derecha)


Finalmente, al cabo de poco más de 1000 millas de navegación de canales y el estrecho de Magallanes, la Lancha de Prácticos “Choique” se acercó al “Don Frane Bulic”. Una vez que ambas naves se encontraron con sus cascos apegados (abarloadas) y desplazándose a 10 nudos de velocidad, desembarcamos y nos dirigimos a Punta Delgada, lugar donde se encuentra la Capitanía de Puerto de tal lugar y zona de cruce de transbordadores que unen la Isla Grande de Tierra del Fuego con el continente.

                     Lancha de Prácticos “Choique” – Playa Punta Delgada / Estrecho de Magallanes


Ya instalada una plataforma que permite el embarco o desembarco de la lancha, pisamos la playa. El crujir  de los guijarros y arena bajo nuestros zapatos se confundía con el ruido del mar y el viento. Posteriormente, habiendo registrado nuestras firmas en un documento de la Capitanía, abordamos vehículo que nos llevaría hacia Punta Arenas, distante 170 kilómetros de ese lugar.